Rita Salas Subercaseaux nació en Viña del Mar en 1882. Tercera hija de una familia de cuatro hermanos, no tuvo educación formal y sólo aprendió a leer y escribir gracias a la intervención de parientes mayores. A temprana edad su padre, José Agustín Salas
Errázuriz, murió trágicamente (se degolló a si mismo), por otra parte su madre se declaró enferma a los veinticinco años. Estos sucesos fueron determinantes en la soledad existencial que Rita manifestó durante su vida de mujer soltera en la redacción de sus libros, en la constante búsqueda de compañía en su hermana menor, Clara, y en una religiosidad omnipresente.
Su vida transcurrió entre viajes interoceánicos o de veraneo, y la búsqueda permanente de un lugar donde vivir entre sus parientes y amigos.
Algunos la definen como ejemplo de una literatura Naif y otros como una singular expresión literaria de espiritualidad.
Poseedora de un lenguaje de una sensibilidad femenina y observadora, tímida e idealizante, como queda de manifiesto en la dicotomía con la que la propia autora explica la elección de su seudónimo: Soy Violeta como la flor que oculta su cabeza entre la yerba, y soy Quevedo por lo que veo.
Rita Salas o Violeta Quevedo murió en Santiago en 1965.